martes, 2 de enero de 2024

La chica del cumpleaños

 Cuando se acaba un año y empieza uno nuevo, no sólo cambia la fecha para mí sino también mi edad, casi inmediatamente. Entonces no sólo pienso en todo lo que fue durante el año que pasó sino también, qué fue de mí en ése año cuando tuve esa edad. Y claramente ya a estas alturas no puedo pensar más que la edad es un número y que a lo largo de mi vida no ha determinado muchas cosas, sin embargo, es verdad que fui demasiado grande en una edad muy temprana y a veces muy pequeña para la edad que tengo hoy. Y es verdad que he tenido que hacer las paces con lo que a mí respecta, como niña, adolescente y como la adulta que soy, y es en estas fechas donde permito también que la melancolía atraviese mi cuerpo como buscando dónde anidar. A veces se queda, otras pasa desapercibida como marea en calma, que es verdad también que ya no siento el desgarro que significa vivir, del mismo modo.

Ya no tengo los mismos ojos ni el mismo corazón.

Y sin embargo (me gusta ese conector, es como: a pesar de todo, ¿no?), sin embargo, he llorado más veces de las que he reído, pero las risas... ¿cómo puedo explicar las risas? Me han dado siempre la respuesta a la pregunta que más vueltas ha dado en mi cabeza: por qué. Y es que mi vida se ha tratado mayormente en encontrarle significado a lo que no lo tiene, saber que existo por una razón aún si esa razón ha ido cambiando, y que el valor que tiene mi alma a veces está fuera hasta de mi propio alcance, aunque a veces no sepa valorar que lo que siento es tan profundo que no puedo mostrarlo y mucho menos verlo. 

Ha sido un camino largo, a veces agotador, difícil, pero que se ha hecho mucho más liviano gracias a quienes me han acompañado caminando a mi lado, conmigo, más rápido, más lento, hubo quienes incluso han esperado mis pasos hasta que pudiese andar de nuevo. La vida me ha enseñado que lo más importante han sido los lazos que he construido y re-construido, y me ha enseñado a agradecerlos, incluso a esos lazos que ya no están. A veces me agota estar en constante cambio, y sin embargo, sé que es lo único permanente. 

Hoy cumplo veintiocho años y sé que todo ha cambiado, yo he cambiado, ya dije, ya no tengo los mismos ojos ni el mismo corazón, sin embargo, en el fondo, sé que aún está esa niña que aunque nunca supo muy bien por qué, tuvo que aprender a sujetarse de lo incierto para no perderse demasiado; en el fondo, aún está esa joven que aún perdida, sostuvo la música y la palabra como antorcha que iluminaba sus pies, aún si no veía el camino. En el fondo, esa soy yo, habiendo encontrado más antorchas y más raíces que sí son ciertas, más caminos, más luz para iluminar todo lo que fui, traerlo conmigo al presente y agradecerles a todas las versiones que fui por haber cuidado esa pequeña llama de esperanza que nunca se apagó del todo. 

Hoy soy la llama que arde con vida.
Hoy todo lo muerto fue por lo vivido.

Gracias por leer.
La chica del cumpleaños.

No hay comentarios:

Publicar un comentario